Por: Moisés Pineda Salazar.- Colaborador- Ser el heredero de Elías Fontalvo Jiménez, fundador de la Danza “El Torito” en 1878; contar con la estima personal por parte de los más visibles voceros de la sociedad y de los medios de comunicación barranquilleros, que lo
tenían como una persona educada con los más altos cánones del civismo que se impartía en el Colegio de Barranquilla para Varones; mostrarse como un ciudadano respetuoso de las Autoridades y
guardián de la Institucionalidad Liberal y Republicana, fueron los atributos que no solo lo hicieron merecedor de un amplio
reconocimiento en el Liberalismo Gaitanista del Departamento del Atlántico sino que también lo convirtieron en un líder popular reconocido y acatado.
Así, pues, al
Señor Don Campo Elías Fontalvo De Las Aguas, tratamiento deferente que se le
brindaba como el más grande y entusiasta trabajador por el prestigio del
Carnaval en Barranquilla, no le tomó mucho tiempo recoger las cinco firmas de
los Directores de las principales danzas populares y nutridas que alegraban las
calles de la Ciudad en tiempos de Carnestolendas:
“Los suscritos Directores de la Danza del Torito, de
la Danza del Congo Grande, de la Danza de la Burra Mocha, de la Danza del
Garabato y de la Danza Espejo de San Isidro, adherimos entusiásticamente a la
proclamación de su Majestad Ana María 1ª para Reina del Carnaval de
Barranquilla de 1947.
Brindamos nuestro respetuoso homenaje a la Bella
Soberana. (fdo)
Danza del Torito, Campo Elías Fontalvo, cédula N°
100089 de Barranquilla, Director.
Danza del Congo Grande, Dionisio Muñoz, cédula N°
1721458 de Barranquilla, Director
Danza de la Burra Mocha, Nicolás Caro Fontalvo, cédula
N° 1723020 de Barranquilla, Director.
Danza del Garabato, Adolfo Villalba, cédula N° 106069,
Director
Danza Espejo de San Isidro, José Antonio Borrero Polo,
cédula N° 3102333 de Barranquilla, Director.
Barranquilla, Enero 4 de 1947” [1]
A renglón
seguido, el editorialista del Diario LA PRENSA, manifiesta que:
(…) siendo la voz del Pueblo, (La Prensa) se hace partícipe de la respetuosa
petición formulada por las Danzas Populares al Señor Alcalde sobre el anticipo
de la fecha de iniciación del Carnaval de Barranquilla y solicita a su vez de
tan distinguido funcionario el permiso para que estas Danzas vayan en la noche
del sábado a rendir homenaje y pleitesía a la Soberana del Carnaval de 1947
S. M. Ana María 1ª; homenaje al que concurrirán, como lo expresó el Señor Fontalvo, no solo las cinco Danzas
ya enumeradas, sino todas las que contribuyen al esplendor de nuestra fiesta
tradicional.[2]
En la edición
del día 17 de Enero de 1947, el Diario La Prensa publica el Decreto N°
10 del 16 de Enero de 1947 “Por el cual se fija y reglamenta la temporada de
Carnaval”
En este punto
debo detenerme para precisar que tradicionalmente, desde la segunda mitad del
Siglo XIX, para el día 20 de Enero, Fiesta de San Sebastián fecha en la que se
dan por finalizados los días de La Navidad y de La Epifanía, antes, en la fecha
misma, o algunos días después y dando cumplimiento a la Ley, los Alcaldes de
Barranquilla acostumbraban a expedir un Decreto Oficial fijando las fechas en
las que quedaban comprendidos los festejos y la mascarada tradicional.
Mediante este
Decreto de Policía, en la medida en la que se fue haciendo más compleja la vida
urbana, también se regulaban muchos aspectos de La Fiesta.
Se tenía el
propósito de garantizar la convivencia, el respeto entre las personas y la
prevención y el trámite de los conflictos que pudieran suscitarse en medio de
los saraos.
No ocurría, pues,
aquello de que la Reina o el Rey del Carnaval, el 20 de Enero leyeran en esa
fecha un Bando o Decreto de burla o de broma, llenos de versos “torcidos”
o “salados”, iniciando de esta manera las Fiestas del Carnaval.
Tal ritual no
existía.
Por lo menos no hasta 1955, fecha en la que encontramos que la Reina del Carnaval, S. M. Lucía I- Lucía Ruíz Armenta- dictó un Decreto Real en verso. “Uno de los más importantes decretos reales dictados hasta la fecha fue dado a conocer ayer, redactado en verso, y designando para altas posiciones a los señores Gobernador del Departamento, Alcalde de la Ciudad y Comandante de la Segunda Brigada. En otro lugar de esta edición, damos a conocer el texto completo del sintético y sustancioso Decreto de S. M la Reina del Carnaval de 1955.”[3]
Así decía el
anunciado Decreto en verso:
“Decreto Real Número 4.
Yo la reina Lucía soy la primera
y por serlo y estar en primavera
he decretado, mandado y ordenado
lo que a continuación queda expresado:
A Jacinto Efraím Gobernador
nombro además Gran Comendador;
y ordeno que siempre esté conmigo
como Gran Archiduque, Don Rodrigo.
En mis ejércitos pondrá su gallardía
el Coronel Don Jaime Polanía.
Dado en Barranquilla, al medio día de este 20 de enero. Yo, Lucía.[4]
Si el formato actual del ritual, y el del que se predica como “Bando de Antaño” consisten en que el día 20 de Enero, la Reina del Carnaval lee un Decreto en verso, lleno de ingenio,
nombrando y desnombrando, mandando y desmandando y, azas convocando a su Pueblo a gozarse la fiesta, entonces, a pesar de su corta extensión, por la invocación que hace a su
condición de Magnificencia Carnavalera, por su intención disruptiva en la que se invierten la noción patriarcal y la del mundo habitual
dándole órdenes a los hombres investidos como Autoridades Civiles y Militares, tendríamos que concluir que el Decreto N°4 de S. M Lucía Ruíz Armenta, abuela de la Reina del Carnaval del año 2025, fue el primero de los Bandos de Carnaval en Barranquilla con el que comienza esta tradición en la que se da inicio a las fiestas del Carnaval. Cinco años antes de este evento, el 20 de Enero de 1950, con notorio retraso por ser una “temporada corta”, la Junta
Organizadora del Carnaval tuvo una reunión en el despacho del Alcalde Don Ernesto McCausland a la cual asistieron su Vicepresidente Don Rodrigo Carbonell; Don Luis Martínez, Tesorero; Don Luis Ricardo Fuenmayor, Secretario; Don Chelo De Castro Jr Subsecretario; el Doctor Álvaro Uribe De Brigard, Jefe de la Sección de Turismo; Don Pepe
Alzamora, Don Carlos Kalusin y Don Roberto Caridi, miembros de la Comisión Recaudadora de Fondos; Don Rafael Salcedo Villarreal, Asesor Técnico de la Junta. Apenas, entonces se pusieron en la tarea de diseñar el programa de iniciativas para los festejos del Carnaval que
presidiría S. M. Edith Munarriz. Se aprobaron como “iniciativas” la coronación de la Reina del Carnaval “la subyugante Edith Munarriz” en la Terraza del Club Barranquilla para que el Pueblo pudiera asistir a su coronación en forma gratuita, copando los espacios de la Calle de Jesús y la Carrera 20 de Julio. Otra iniciativa aprobada fue la de programar bailes públicos
con dos bandas papayeras, a todo lo largo y ancho del paseo de Bolívar desde las tres de la tarde hasta las tres de la madrugada. Este escenario deberá dotarse con quioscos para la venta de comidas y refrescos, así como de una iluminación apropiada y se le solicita a los
propietarios de negocios ubicados en la zona el arreglo carnestoléndico de sus fachadas “a fin de ofrecer la mayor impresión festiva de estos carnavales”. En esta reunión, la Junta determinó que el Estadio Municipal fuera el escenario para los concursos de disfraces individuales sobre una tarima apropiada para la exhibición del “Hombre Caimán”, Cantinflas,
Superman… [5] Nada nuevo, como se verá. Es decir, en 20 de Enero de 1950, tampoco hubo la “Lectura del Bando”. Tan solo se dio una reunión burocrática en el Despacho del Gobernador de una Junta del Carnaval, incompleta y encartada de la cual la Reina del Carnaval- Edith Munarriz- no hacía parte. Regresemos pues al Decreto de 1947, fija los tiempos del carnaval entre el 18 de Enero y el 18 de Febrero.
Puede decirse
que, a diferencia de esta que 78 años después nos congrega en la misma fecha y
que va a cubrir del 18 de Enero hasta el 1° de Marzo de 2025, una
“temporada carnavalera” con 7 fines de semana, 46 días; aquella fue “una
temporada corta” de 5 fines de semana, 31 días.
Al igual que
todos los años, no faltan las normas que, una vez expedidas nadie cumple, se
cumplen a medias o pocos lo hacen. La razón pudiera estar en el hecho de que
con ellas se logra hendir el alma y rasgar la piel del Carnaval con grave daño,
que es tanto como que “se pueda caer pa’rriba o vivir ya muerto”.
Así, por
ejemplo, se insiste en prohibir que los festejantes se lancen aguas, polvos,
maicena, usen anilinas y otros materiales colorantes para pintar y manchar a personas
y vehículos en medio de unos juegos de carnaval que hogaño incluyeran lanzarse
hasta huevos podridos y aguas vergonzosas. Hasta el General Simón Bolívar Palacios
participaba de aquellos juegos como un muchacho de dieciocho años. Tales
divertimentos, muy populares en los Carnavales de Caracas le gustaban, y los
disfrutaba muchísimo más que el olor a cachimba de Doña Manuelita.
En otro inciso del
Decreto N° 10 de 1947, se previene que no serán tolerados disfraces que
atenten contra la decencia y las buenas costumbres, que vaya a saber uno en qué
consiste una cosa y las otras, y que en todo caso y momento los disfrazados
porten una placa metálica y numerada que, mediante pago de derechos, les será
entregada luego de registrar ante la Alcaldía el nombre, el documento y la
dirección residencial del enmascarado autorizado. Como si el anonimato no fuera
parte esencial del encanto propio del disfraz, los atavismos violentos
incubados por la política y del que se aprovechan los delincuentes comunes.
Aunque en el Carnaval de Barranquilla, donde el mismo sujeto se disfraza
durante lustros con los mismos trapos, gestos y rutinas escénicas, aquel
mecanismo de identificación y control es innecesario. Todo el mundo sabe quién
es cada quien, detrás del disfraz.
Aunque, por
primera vez, y solo el Alcalde sabrá los motivos que le asisten, en este año de
1947 en el Artículo 7° el burgomaestre, como si se tratara del mismísimo
Obispo Builes de Santa Rosa de Osos que había convertido esto en pecado,
ordenaba lo siguiente:
“Queda igualmente prohibido disfrazarse a los hombres
de mujeres, y a las mujeres usar como disfraz las ropas propias de los hombres”
Fue necesaria que
Don Campo Elías Fontalvo y sus compañeros, le advirtieran que en las Danzas de
Congo existe la costumbre y tradición de que en la cabeza de cada una de las
grandes danzas vayan unas “comadres”, hombres travestidos, que bailan en
torno del tamboril y de la bandera, desempeñando funciones y tareas que son muy
pesadas para que las ejecuten mujeres de verdad.
Por ello, luego
de aquella admonición, el Alcalde Antonio José Pantoja, incluyó la siguiente “salvedad”
por la que muchos fueron los colados, incluyendo las plañideras, las viudas y
mujeres en “El Entierro de Joselito Carnaval”
“Es entendido que cuando se trata modas establecidas por
las costumbres sociales, no se tendrá en cuenta esta prohibición”
Un artículo
sempiterno en aquellos Decretos Municipales- que también son llamados Bandos-
advierte que serán multados, retirados y hasta encarcelados, los portantes de
tales disfraces, murgas y comedias que hagan referencias a sucesos familiares
del ámbito privado o que se burlen de las autoridades eclesiásticas, civiles y
militares.
Y, entonces se
dirá: ¿cuál es la gracia de este “mundo al revés” sino que alguna vez,
en forma desembozada e impune, pueda hacerse y decirse lo que en otro momento
sería impensable? ¿Cómo no contar la historia de “La Barriga e´trapo y el
Machomán” que la preñó”? ¿O la de las adiciones de Maradona y el conflicto
que ellas despertaban en sus amigos entrañables como El Negro Perea y Fabio
Poveda Márquez? Sin embargo, hoy día, por el camino de las prohibiciones, de la
retaliación y de la violencia, en Barranquilla la crítica social, la sátira
sobre hechos y comportamientos de la élites han desaparecido del ámbito de los
disfraces, de las comedias y de las murgas. Pero, aún “se cuelan” por
los intersticios de “Las Letanías”.
Tal vez todos
convengan, y aún estemos de acuerdo, con el literal b del artículo 6º de aquel
Decreto, en el que se prohíbe que la bandera y el himno nacionales se usen como
parte de la parafernalia carnavalera y que se castigue severamente a quienes
incurran en ese dislate. Si tal se hiciera hoy, más de una comparsa “elena y
fariana” terminaría pasando las fiestas en “El Bosque”.
Por supuesto que
hay prohibiciones que, de un tiempo a esta parte son saludables, aunque
difíciles de controlar, pero que han demostrado ser beneficiosas. Tales como la
de “portar armas de cualquier clase, aunque se tenga permiso para hacerlo
ordinariamente”, y la de prohibir la entrada de menores de edad a bares,
cantinas, coreográficos y lupanares, sancionando a los padres de los menores y
a los propietarios de tales negocios.
A pesar de que
La Junta del Carnaval solo vino a conformarse el 20 de Enero de 1947 en
horas de la tarde, cuando en la Oficina del Gobernador José M Blanco Núñez, en
cumplimiento de la Ordenanza N° 7 de 1946, los Clubes Sociales eligieron su
representante en dicha Corporación al Señor Don Raúl Noguera Dávila, desde el
día 18 de Enero, con el fin de “testimoniar su adhesión, de simpatía y de
admiración a la Reina del Carnaval S. M. Ana María 1ª” las cinco
principales Danzas Populares del Carnaval en Barranquilla, llegaron a unos
acuerdos acerca de su vestimenta para desfilar esa noche de sábado al frente
del Club Riomar de la siguiente manera:
“Danza de “El Torito”: camisa roja, pechera y gola amarillas, pantalón
azul, penca verde y su clásico turbante de flores de diversos colores.
Danza del Congo Grande: camisa amarilla, pechera y gola negras, pantalón
salmón, penca roja y el clásico turbante de flores.
Danza de la Burra Mocha: pantalón azul, camisa roja, gola y pechera
azul.
Danza del Garabato: pantalón azul, camisa roja, gola y pechera azules.
Danza Espejo de San Isidro: pantalón rojo, camisa verde, gola y pechera
blancas.”[6]
No fue necesaria
la actuación de autoridad alguna.
Razón tenía la
Reina del Carnaval cuando, antes de salir hacia el baile de Fantasía Española “El
Alcázar de los sueños” que se le ofreció en el Club Riomar declaró a La
Prensa lo siguiente:
·
El Carnaval de Barranquilla es un Gran Milagro
Colectivo.
(…) Nuestra fiesta tradicional, aunque no parezca, es para los
barranquilleros el más extraordinario milagro colectivo,
Lo es porque quien haya observado detenidamente el fenómeno, verá que
hace desaparecer el dominio de las jerarquías. Todos nos divertimos con sana
expansión, con honesta libertad y dentro de esa fascinación que luego
desaparece, volviendo cada cual a sus ocupaciones, dispuesto a cumplirlas con
la necesaria devoción.
Barranquilla, pasado el período de alegría recobra su pujanza para las
futuras empresas.
La designación de que he sido objeto contando con el querer de mi pueblo
, me ha conmovido profundamente.
En El Riomar cuento con la adhesión de la juventud que lo anima; en el
Club Barranquilla y en el Country Club, blasones de nuestra vida social, existe
no menor entusiasmo.
A su turno, el pueblo, representado en sus danzas y murgas, se está movilizando para asegurar el buen éxito de la presente temporada.
No menos cierto es que con las festividades del Carnaval nuestra ciudad hace una indiscutible
demostración de su cultura. Bastaría observar, por ejemplo, el certamen de la Batalla de Flores, para que nos convenzamos de que Barranquilla no pierde el pulso de su cordura.”
Al igual de lo
ocurrido en el Carnaval de 1942, una de las iniciativas ordenadas por la
Alcaldía fue la de desconcentrar los festejos en cuatro zonas con cierta
homogeneidad social y económica.
Tales fueron: Zona
1: Barrio Chiquinquirá y sus anexos. Zona 2: Barrio Atlántico y sus
anexos. Zona 3: Barrio San Roque y sus anexos. Zona 4: Barrio
Rebolo y sus anexos. En esas zonas, las organizaciones barriales, cooptadas por
supuesto por la organización central, contaban con el derecho a organizar la
elección de su propia Corte, Realeza y Aristocracia Carnavaleras y a tener sus
propios Clubes Populares en los cuales pudieran divertirse los vecindarios y
que, tal como quedó establecido en el Parágrafo del artículo 8º:
“Los
gastos que ocasione la elección de las Reinas de los Barrios, como propaganda,
vestuarios, carrozas y demás gastos de la Junta del carnaval, previa
comprobación de dichos gastos, quedando de esta manera prohibido recolectar
fondos en el comercio y público de la ciudad, para tal fin”.
Aunque esta
iniciativa tuvo en el Padre Pedro María Revollo un crítico acerbo, hoy en día
debemos saludar las decisiones administrativas tendientes a fortalecer las cinco
estructuras Locales que en Barranquilla desconcentran y dan perfiles,
personalidad e identidad a los festejos entre vecinos y la de visibilizar,
reconocer y darle el debido puesto e importancia a Las Reinas del carnaval en los
Barrios. Es un esfuerzo que tomará tiempo organizar pero que, impulsado desde
ahora en 2025, puede ofrecer en el mediano y largo plazo, frutos
permanentes para la Fiesta Popular Urbana.
Siguiendo las
iniciativas que venían de la Junta de Carnaval presidida por Don Julio Enrique
Blanco De La Rosa en 1942 y en 1943, para los Carnavales de Doña
Ana María 1ª también se organizó el Baile del Carnaval Estudiantil promovido esta
vez por el Director de Educación Nacional del Atlántico, Señor Don Carlos Rash
Isla.
Que, en el año 2025,
las Autoridades Culturales de la Ciudad retomen procesos pedagógicos como “El
Carnaval de Los Niños”, “Los Semillero del Carnaval”, “El
Festival Estudiantil de las Artes” y “El Carnaval Estudiantil” son
decisiones que se deben valorar, aplaudir y apoyar sin reservas ni reparos. Igual
debe hacerse con el proyecto Departamental denominado “El Carnaval Educativo”
que tiene sede en la Ciudad de Sabanalarga.
Recordemos lo
que sobre el particular se decía en 1940:
“En este país, la gente huye del niño, lo rechaza con marcada acritud,
lo cuida poco y parece que no comprendiera que, en él, cualquiera que sea su
clase social, residen la fuerza y la grandeza de la sociedad futura”[7].
Es imperativo
que desde las Escuelas y Universidades se despliegue esté proceso orientado a
recuperar Danzas que han desaparecido en el Carnaval, a reconstruir memorias de
los bienes patrimoniales de La Ciudad y de La Humanidad que están en riesgo de
pervertirse por fuerza de la comercialización y de malas decisiones
administrativas.
Solo así será
posible que, en el futuro, el gesto del carnavalero adulto en Barranquilla no
se reduzca únicamente al hecho de ponerse plumas, trapos y máscaras como si tales
fueran una licencia para emborracharse en el espacio de lo público.
Estando así las
cosas habría de decirse, desde ahora, salvo que pueda ubicarse entre 1950 y
hasta 1954 un documento o evento que llene estas características de ser
un Decreto Real, escrito en versos con contenido disruptivo- de ahí las dos diferencias con el Decreto de 1925- leído
por la Reina del Carnaval y publicado el día 20 de Enero dando inicio al
antruejo, mientras eso no ocurra:
Nosotros,
“El King” Núñez Cabarcas y Moisés Pineda Salazar,
desamparados
que estamos en burocrática tormenta,
guardianes
de la memoria del antruejo sin igual,
sobrevivientes
de mil naufragios tenidos en alta mar,
declaramos
que a su Majestad Doña Lucía Ruíz Armenta
se
le debe achacar que tengamos, un Bando de Carnaval
[1] LA PRENSA. “Adhesión de las danzas populares a la Reina
del Carnaval, Ana María. Las cinco danzas más numerosa de Barranquilla, la
aclaman.” Edición del 15 de Enero de 1947. Pág 1 y 3, Barranquilla.
[2] IBIDEM.
[3] LA PRENSA. “Iniciada La Temporada de Carnaval. Importante Decreto Real en
verso dictado ayer.” Edición del 21 de Enero de 1955. Págs. 1 y 12. Barranquilla.
[4] IBIDEM
[5] LA PRENSA. “La Reina del Carnaval será coronada en la Terraza del Club
Barranquilla.” Edición del 21 de Enero de 1950. Págs. 1 y 12. Barranquilla.
[6] LA PRENSA. “Ayer tarde quedó integrada la Junta
Organizadora del Carnaval”. Edición del 21 de Enero de 1947. Pág 1 Barranquilla.
[7] DEL CASTILLO, Adalberto. “Epístola de
Carnaval”. Revista Civilización. Febrero 15 de 1940.
Barranquilla.
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