Por: Rosa Chamorro -Colaboradora- El debate suscitado entre los habitantes de Santa Marta por la decisión de la Alcaldía de utilizar, como símbolo del advenimiento de los 500 años de la fundación
de la ciudad, una producción gráfica que privilegia la figura de Rodrigo de Bastidas, no es un asunto menor. En esta representación, el rostro idealizado
del conquistador español ocupa el primer plano, acompañado de las imágenes de un indígena de Bonda y otro de Gaira en segundo plano. Sin embargo, esta composición omite a otras poblaciones indígenas cruciales en la historia de la región, como los taironas y los tagangas. La representación limitada de los pueblos originarios revela, de manera inequívoca, una narrativa que privilegia al colonizador y relega al olvido a otros protagonistas esenciales de esta historia.
Esta "marca" envía un mensaje claro: la figura de Bastidas, representante del imperio español, es presentada como el centro de una historia que
comienza con la conquista, como si antes de la llegada de los colonizadores estos pueblos no tuvieran historia, legitimando, sin
cuestionamientos, el proceso de sometimiento y explotación colonial que se impuso durante más de
tres siglos. En esta lectura oficialista de la historia, las voces de los pueblos originarios, incluyendo las de otras comunidades indígenas que resistieron la conquista, quedan relegadas a un papel secundario. Lo que es aún más preocupante, se invisibiliza por completo a otro grupo esencial en la construcción de
la sociedad samaria:
los africanos esclavizados y sus descendientes, presentes desde el mismo día en
que los españoles arribaron a esta bahía, trayendo a varios de sus integrantes
como personas a su servicio.
La exclusión de la población afrodescendiente y de diversas poblaciones indígenas en esta representación gráfica no es un simple olvido, sino un acto deliberado de racismo estructural. Los africanos, traídos a la fuerza por los colonialistas para trabajar como esclavos, no solo sufrieron una de
las mayores tragedias humanas de la historia, sino que también contribuyeron con su fuerza, su trabajo, su cultura y su resistencia a la construcción
de la ciudad, la región Caribe y a la configuración de lo que hoy es Colombia. Ignorar su papel en una “marca” que pretende conmemorar 500 años
de historia no solo niega su legado, sino que perpetúa una narrativa que exalta la opresión y silencia la diversidad.
No deja de ser irónico
que la representación de Rodrigo de Bastidas se exhiba también cerca de la
Quinta de San Pedro Alejandrino, el lugar donde murió Simón Bolívar. Aunque
Bolívar no cumplió sus promesas de libertad para las personas esclavizadas, es
importante señalar su papel protagónico en la lucha por la independencia y la
liberación del yugo colonial.
La memoria histórica, que es la base del relato de los hechos acaecidos en el proceso de construcción de la nación, no puede ser considerada neutral, porque se levanta como un terreno en disputa, en donde se decide cuáles son las voces que deben ser escuchadas y cuáles deben ser acalladas, qué imágenes deben
ser recordadas y cuáles se deben invisibilizar. Al elegir exaltar al colonizador y relegar a quienes resistieron y contribuyeron a construir la sociedad samaria, esta marca no solo distorsiona el pasado, sino que también traiciona el presente y las luchas por la justicia histórica que aún se siguen y se seguirán librando.
Bibliografía: Alarcón, J. C. (1898). Compendio de historia del departamento del Magdalena: Desde 1525 hasta 1895. http://hdl.handle.net/10784/31569. Rey Sinning, E. (2002). Presencia de los negros en santa marta. Revista Palabra Que Obra, 3(3), 84–93. https://doi.org/10.32997/2346-2884-vol.3-num.3-2002-906. Tomado de las redes sociales. Fotos de Internet.
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