RICARDO DIAZ DE LA ROSA a sus 77 años creció y maduró en medio de una constante reinvención con el entusiasmo intuitivo de agudo periodista. Probo, impecable, idóneo, asertivo y proactivo, un modelo de unidad, disciplinado y celoso, orientador coherente de opinión, analista al acecho de mecenas para continuar en la brega
y, sobre todo -
luchador sindical local y nacional dentro del colegio nacional de periodistas-
fascinante. Presidió la organización a nivel seccional y en el orden Nacional,
se desempeñó como Vicepresidente, en diversas oportunidades.
Nuestra organización gremial relieva sin ambages el instinto y perspicacia que permitió en uno de nuestros fundadores, Ricardo, ser un periodista gremial, abanderado de la reivindicación profesional y laboral de la colegiatura. Su estilo periodístico caracterizado imperceptiblemente por la agudeza y rapidez mental que lo
llevaron en más de 60 años de trabajo a estar en medios escritos como el Nacional y Diario del Caribe. En la radio se inició en la Voz de la Costa como redactor
deportivo,
luego pasó a la cadena Radial Todelar donde incursionó como periodista
político, luego trabajó con Gustavo Castillo, Ventura Díaz Mejía, Diario La
libertad y en distintos medios.
El no tragar entero ante los demagogos de siempre, lo llevo a destacarse. Su postura fue la misma antes y después de descubrir por cuenta propia el sendero a
trasegar: lectura
compulsiva y digerida con coherencia, humildad, estoicismo y tenacidad de
peregrino, de dedicación fervorosa, exenta de poses descrestadoras y de
acomodaticias ambigüedades éticas; siempre certero, sin derroches retóricos.
Lo ético fue su visión en este
periodista no solo por el ejemplo de
sus mayores, sino porque la cimentación de sus principios moldeó una
personalidad edificante Para orgullo de su estirpe, este fue el caso de RICARDO
DIAZ DE LA ROSA.
No podíamos pasar por alto otros
rasgos de su impronta personal: sus gestos siempre cordiales y amistosos, sus
finos modales y su vocabulario fluido.
Estas cualidades eran más prevalentes al contemplarlo con su elegancia
al vestir.
RICARDO DIAZ DE LA ROSA enalteció a
nuestro gremio hasta la inminencia exhalación, para demostrar con su casta este
estoicismo ejemplar que la muerte de Ricardo ha permitido – como lo afirmaba
François Mauriac “La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los
inmortaliza en el recuerdo”.
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