Cuadro: Mona Lisa |
En ese sentido, se puede decir que un gesto acerca o aleja. De ahí que muchas veces una mirada basta para establecer limitaciones. Pero también, muchas veces, una mirada es suficiente para despejar el camino hacia la ilusión buscada. Si nos remontamos en el tiempo, fácilmente podemos intuir que los seres humanos de las primeras edades se comunicaban con gestos. En esa forma se dieron los primeros diálogos de los recién encontrados habitantes del maravilloso mundo donde se originó el homo sapiens. Lo mismo sucedió en el Nuevo Continente, cuando el abismo de incomunicación que separaba a indígenas y europeos fue allanado por los gestos, hasta que las lenguas extranjeras se enseñorearon sobre los valles, las montañas, los llanos y los riscos, constituyéndose en un elemento de destrucción de las lenguas aborígenes en territorios amerindios. Los gestos generalmente son de fácil interpretación.
Es cierto que algunos son extraños y hasta cierto punto indescifrables, como el de la “Gioconda”, el retrato más famoso de toda la historia de la pintura, que sobresale no sólo por su innovadora técnica, sino por el “misterio” de su sonrisa legendaria, “misterio” que muestra el despuntar de la Edad Moderna en el seno de una sociedad feudal que había apartado la risa de las esferas oficiales, del culto religioso y de la etiqueta social.
Pero hay también muchos gestos convencionales, que pasan por encima de las diferencias culturales para expresar alegría, pena, furia, asco, sorpresa o miedo. Por eso se dice que en el silencio el cuerpo humano habla. En ciertas ocasiones, sentarse o pararse en un sitio determinado, no cumplir una cita y dejar la silla vacía, o dejar a una tropa esperando, son hechos suficientes para comunicar deseos o sentimientos, ante los cuales las palabras y las letras resultarían menos elocuentes.
Estos ejemplos nos muestran la importancia de los gestos, los cuales juegan un papel fundamental, no sólo en las relaciones interpersonales, sino también en los grandes acontecimientos de la vida nacional e internacional. Por tanto, es necesario saber descifrar ese lenguaje, para comprender mejor las intenciones que compendia.Lo ideal sería que siempre se usara para proporcionar satisfacciones o placeres. Pero como sabemos que no siempre ocurre así, cuando los gestos impliquen disgustos, no se debe dejar la intriga abierta. En estos casos, el diálogo es el camino sugerente para evitar que estalle un conflicto bajo el silencio comunicativo de los gestos. Autor: JOSÉ MORALES MANCHEGO. Textos y fotos de Internet.
José Morales Manchego, filosofo y escritor.
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