El poeta Roberto Núñez Pérez |
Quiero resaltar este verso " Hay sales sagradas en la entrepierna. De la mirada nacen las ansias/ Quien ve la belleza olvida que la muerte está a su lado". Es parte del contenido del poema Estación del Deseo. Es la nueva producción del poeta Roberto Núñez Pérez nació en San Antero (Córdoba, departamento de Colombia, 1968). Desde los 9 años vive en la ciudad de Barranquilla. Licenciado en Lenguas Modernas de la Universidad del Atlántico. Especialista en Pedagogía de la Lengua Escrita de la Universidad Santo Tomás y Magíster en educación de la Universidad del Norte.
Ha publicado sus poemas en varias revistas y suplementos literarios de la Costa Caribe Colombiana, tales como Cultura Zeta, El Túnel, Calamar, Intermedio Diario del Caribe, Magazín Dominical de El Heraldo, Revista Virtual Letralia, Delirium tremens, entre otros; así como en antologías como A Fuego perpetuo, Poetas Bajo palabra y Penumbra y amanecer. Recibió menciones de honor en el Primer Concurso Nacional de Poesía CUC en el año 1999 y el VI Concurso Nacional Metropolitano de Poesía, años 2001, 2002. Primer premio en la IV Convocatoria de poesía y Cuento de la Universidad Autónoma de Barranquilla 2012, al igual que en el concurso realizado por la Universidad del Atlántico en el año 2014, Sí, el poeta eres tú. Primer premio en el XI Concurso Nacional de Libro de Poesía de la Universidad Industrial de Santander – UIS_ en el año 2019. Libros de poemas publicados: Concierto desde el último puente (2003), Demandas del cuerpo/Poemas al margen (Entre amores y disparos) (2008) y Relación del perdido (2013), Agua Mayor (antología virtual, 2014).También ha publicado diversos textos investigativos como Universidad y mundos posibles (2001).
Roberto estará en el
Parlamento Internacional de Escritores de Cartagena presentando su más reciente
texto Hubiera aquí una fuente, de la editorial Exilio. Comparto con ustedes
esta muestra creativa del poema que inicia el contenido de su producción:
AL QUE ROBO CON DESCARO
LAS PALABRAS QUE REDIMEN.
Hay un Dios,
ignoro su nombre que derrama en mí luces y sombras.
A veces no sé si soy
yo quien llora o es la calle que llueve.
A veces aparece/
como quien brota de un milagro/ el tallo en que reposo/ y se hace el verano
tolerable/ y puedo soportar, seguro, como clava el tiempo en mi rostro sus
relojes.
Hubo alguien que ayer
me amó/ y hoy prepara contra mí sus flechas.
Hubo alguien que
se recostó en mi pecho/ y hoy llena con mi muerte su carcajada.
Hay un Dios,
alguien sabrá de él, que me dio el beso y el puño que me derrota,
Que ha puesto en
mi corazón/el pie con el que me levanto.
En mis manos a
colocado la taza de café.
Con la sangre que
amo alimenta a mis enemigos.
Observo su cielo
y su infierno en el espejo que me mira.
Siento cómo cuida
mis sandalias y tuerce mis tobillos.
Me acompaña y me
persigue. Le huyo, pero es como la luna de mi infancia:
Viejo padre que
me da el azúcar y el lúpulo.
¿Quién si no él
me regaló la tarde y el relámpago?
¿Por qué ahorcó
al pájaro que encendió la aurora?
Tomó el desierto
y lo convirtió en naufragio;
La cadera de la
mujer la ha tornado incendio.
Hay un dios, ¿alguien
me dirá su nombre?, al que robo con descaro/ las palabras que redimen.
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